El origen de los círculos de mujeres se remonta a tiempos lejanos.
Nuestras ancestras se reunían con propósitos espirituales, políticos y celebrativos como muestran las pinturas rituales de hace 30.000 años.
Como principio de organización social el círculo es lo opuesto a las jerarquías, ya que supone una distribución horizontal del poder basado en relaciones de cooperación, reconocimiento y equidad.